Capitel bilingüe
Con la invasión islámica que se inicia en el 711 el judaísmo
español comienza una de las páginas doradas de Sefarad por el gran desarrollo
que alcanzó en el campo de la política y de la cultura. La mayor permisividad
de las autoridades musulmanas respecto a la represión de los monarcas visigodos
hizo que los judíos no mostrasen ningún rechazo a la invasión sino todo lo
contrario. Asistimos al nacimiento de importantes juderías como las de Lucena,
Córdoba, Valencia, Toledo, Sevilla, etc. Al igual que los cristianos, eran
considerados «gente del libro» o dimmies, por lo que su situación religiosa era
permitida y protegida en al-Ándalus. Lógicamente sufrieron muchas limitaciones
que se repiten continuamente en la legislación, aunque su situación dependió
mucho según los gobernantes. En cualquier caso no podían levantar sinagogas a
su antojo, y estas no podían destacar respecto a las construcciones
circundantes. En numerosas ocasiones se promulgan leyes que exigen que su
vestimenta sea especial para ser fácilmente distinguidos, que no puedan
desempeñar cargos públicos, que debían recitar sus oraciones en voz baja o que
no pudieran cabalgar a caballo, etc. Según el momento habría más o menos relajación
en el cumplimiento de unas normas que se repiten y que por lo tanto indican su
incumplimiento.
Respecto a sus ocupaciones en la sociedad andalusí, en
numerosos casos llegaron a ocupar cargos de gran relevancia, fueron consejeros
y visires de gobernantes, caso de los Nagrela en la taifa de Granada, y en
ellos recayeron en bastantes ocasiones funciones diplomáticas por su dominio de
idiomas. También fueron importantes médicos, astrónomos, artesanos, contables o
comerciantes.
La llegada de los musulmanes facilitó la renovación
intelectual de los judíos sefardíes. Su pronta arabización y las intensas
relaciones existentes entre todo el islam, les abrió las puertas de un mundo
inmenso y les permitió participar vivamente en las nuevas corrientes de pensamiento,
no solo de los árabes sino también de los hebreos de Persia. Se inicia así un
período de aproximadamente dos siglos (x-xii) en el que los judíos españoles
escriben las páginas más preciosas de la cultura sefardí y demuestran el gran
desarrollo alcanzado en teología, filosofía, gramática, poesía, medicina, etc.
Se llegaron a crear una especie de academias formativas en ciudades como
Córdoba o Sevilla.
Pero un período tan dilatado de ocho siglos de presencia
musulmana en la Península no fue homogéneo y se pueden distinguir claramente
varios momentos. Durante la primera parte y en especial en la época del
califato omeya y de los reinos de taifas, siglos x-xi, los judíos logran un
gran protagonismo en la vida social de al-Ándalus, y los encontramos ocupando
elevados puestos en la administración junto a los monarcas. La magnífica
formación de muchos miembros de la comunidad sefardí hizo que esta se
convirtiera en la mejor cantera de embajadores, y así aparecen judíos en
embajadas, recibiendo altos dignatarios extranjeros o firmando tratados con
otras potencias. Pero la situación ya mostraba visos de cambio tras el
derrumbamiento de Córdoba a principios del siglo xi, cuando muchos judíos optan
por huir a otras zonas de al-Ándalus, o cuando en el 1061 se produce un pogrom
o matanza de judíos en la tafia granadina ante la animadversión que había
producido en la sociedad el elevado poder alcanzado por la comunidad hebrea.
Todo cambia tras las invasiones norteafricanas,
especialmente con las almohades del siglo xii, ya que estos son muy radicales
en sus posturas religiosas lo que supone el final del apogeo de las comunidades
hebreas en al-Ándalus y su posterior destierro a otros lugares, caso del norte
de África, Egipto por ejemplo, o de la España cristiana, que durante los siglos
xi y xii, y en reinados como los de Alfonso VI y Alfonso VII fueron incluso
recibidos con cierta simpatía.
Especial mención merece el Reino de Granada nacido con la
disolución del imperio almohade tras su derrota en las Navas de Tolosa del
1212. La presión creciente de las autoridades cristianas sobre la comunidad
hebrea a partir del siglo xiii, a pesar de la existencia de breves capítulos
más tolerantes como el vivido durante el reinado de Juan II de Castilla, motivó
que muchos judíos huyeran al abrigo de los nazaríes, especialmente durante el
siglo xiv, en cuya segunda mitad se multiplicaron los progromos en numerosas
aljamas castellanas.
Fuente: http://cvc.cervantes.es/artes/sefarad/sefardita/al_andalus.htm
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