Luego de haber salvado y ayudado
a miles de sus hermanos judíos, Doña Gracia Mendes Nasí (1510-1569) se dedicó a
cumplir con un sueño que podría considerarse mesiánico: establecer un “estado
judío independiente” en la tierra de Israel.
Recordemos que estamos ahora en Constantinopla, donde Doña Gracia y su
sobrino Don Yosef Nasí (1524-1579) que seguía los pasos de Doña Gracia, eran,
después del Sultán, la familia más influyente en el Imperio Otomano. Este Imperio se extendía por todo el medio
oriente, incluyendo la tierra de Israel.
Como todos sabemos, siempre vivieron Yehudim en Israel. Y en esos años
(1530-1550) se estaba desarrollando un importante centro Rabínico en Tsefat
(Safed, en el norte de Israel) liderado por el Rab Yosef Caro, que luego se
transformaría también en un centro de estudio de Qabbalá. En 1560 la población judía de Tsefat contaba
con 1.000 familias. Los habitantes de Tsefat eran en su mayoría refugiados
Sefaradim que luego de muy peligrosas travesías habían logrado llegar a Israel
(esto lo cuento con más detalle en mi libro “Forgotten Giants”, en inglés).
En Yerushalayim también había judíos, pero
estaban en una situación muy miserable.
Jerusalem era una ciudad por la cual se peleaban constantemente Cristianos y Musulmanes. Los Yehudim eran
odiados por ambos. Voy a copiar
literalmente (y sin eufemismos) un
documento que nos dará una idea de la situación de los Yehudim de Yerushalayim
en esa época. Este texto es de un cura
franciscano llamado Francesco Suriano: “Estos perros, los judíos, son
pisoteados, golpeados y torturados, como lo merecen. Viven en esta tierra en
condiciones de tal humillación que las palabras no pueden describir. Y particularmente en Jerusalem… donde hasta
los musulmanes los tratan peor que a los perros”.
La ciudad de Tsefat estaba en el
municipio de la ciudad de Tiberias, pero la ciudad de Tiberias en sí estaba
prácticamente en ruinas.. Los Cristianos no la
pretendían y los musulmanes no tenían ninguna pretensión por ella. Tiberias era una ciudad fantasma, donde
reinaba el caos, y en total estado de abandono.
Doña Gracia tuvo entonces una
maravillosa idea: le ofreció al Sultán desarrollar la ciudad de Tiberias y
producir impuestos para el tesoro del real.
En 1558 el Sultán le concedió a Doña Gracia la concesión de la ciudad de
Tiberias. Doña Gracia podría reconstruir
la ciudad y desarrollarla comercialmente, pero debía garantizar un ingreso
anual de 1.000 lingotes de oro para el Sultán.
Doña Gracia aceptó. El cargo que
ella tendría era el equivalente a ser la gobernadora de la ciudad y gozaría de
total independencia (mientras la recaudación de impuestos se mantuviera). El proyecto de Doña Gracia, que contaba con
el beneplácito del Sultán, era que una
vez construida la ciudad, todos los judíos del mundo tendrían un lugar donde
podrían establecerse y vivir en paz y seguridad. En especial quienes más
urgente lo necesitaban: los anusim, los refugiados Sefaradim de España y
Portugal, que vivían escapando de lugar a lugar por Europa, practicando una
religión que les había sido impuesta por la fuerza. Esto sería la realización del gran sueño de
Doña Gracia: luego de haber salvado a miles de
Yehudim del cautiverio, cerrar el y círculo y brindarle ahora a su
pueblo la oportunidad de vivir libres y seguros nada menos que EN LA TIERRA DE ISRAEL!
En 1561, Don Yosef Nasí (que luego
sería asignado como “el Señor de Tiberias”) y el Rab Yosef Ben Aderet
comenzaron la construcción de las
murallas de la ciudad, algo esencial para que Tiberias pudiera sostenerse.
También, entre los dos comenzaron a embellecer la ciudad y
desarrollarla comercialmente. Tal como 500 años más tarde lo hiciera el Keren
Kayemet leIsrael, lo primero que hicieron fue plantar árboles: naranjos, pinos
y especialmente árboles de moras. Estos
últimos árboles son esenciales para la cría del gusano de seda, una industria
muy rentable que se desarrollaría en Tiberias. También introdujeron la
apicultura (cría de abejas para producir miel).
En Diciembre de 1564 las murallas de protección de la
ciudad, que existen hasta el día de hoy,
fueron finalmente terminadas.
Don Yosef Nasí invitó a los más importantes comerciantes
judíos de Europa, especialmente de Venecia, a transferir sus fabricas a
Tiberias. Don Yosef también mandó barcos
a varias ciudades europeas donde habían Yehudimanusim para trasladarlos
gratuitamente a Tiberias. Cuentan que
muchos Yehudim, los de Ancona, por ejemplo,
eran tan pobres que no tenían dinero para llegar hasta el puerto. Don
Yosef Nasí envió emisarios de su parte para ubicar a estos Yehudim y ayudarlos
a llegar al puerto y hacer Aliyá.
Los judíos comenzaron a llegar de España y de Portugal a la
tierra prometida, que ahora era un paraíso terrenal, donde el viento del
atardecer perfumaba la ciudad con aroma de pinos y naranjos.
Doña Gracia fundó también una Sinagoga y un Bet haMidrash, una
casa de estudios de Torá liderada por el Rab Elazar ben Yojai, de la ciudad de
Tsefat.
Y lo más impactante era una gran casa que se estaba
construyendo en la ciudad: una hermosa mansión que sería la nueva y definitiva
residencia donde viviría Doña Gracia Mendes…
Fuente: http://halaja.org