Gracia Nasi era su nombre secreto, el que utilizaba en
familia. Beatriz de Luna Miques fue su nombre de conversa, “La Señora” fue el
apelativo que le dieron, en signo de respeto y devoción, los judíos de
Constantinopla.
Retrato de Gracia Nasi por el ilustrador Arthur Szyk
(Polonia 1894-1951). Fuente
Gracia (Hanna en hebreo) Nasi nació en una rica y poderosa familia judeoconversa que encontró refugio en Portugal después de la emanación del Decreto de la Alhambra o Edicto de Granada, firmado en la Alhambra el 31 de marzo de 1492 por los reyes Reyes Católicos Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla. El edicto obligaba a todos los judíos de la Península Ibérica a convertirse al catolicismo o de lo contrario serían expulsados. Una gran parte de los judíos exiliados de España en 1492 huyeron a Portugal, donde el rey Manuel I, que veía en los prófugos judíos una ocasión para aprovecharse de sus riquezas, concedió a todos el derecho de establecerse en territorio portugués durante un período de ocho meses y tras el pago de un impuesto. La situación cambió rápidamente cuando, en 1496, el rey Manuel I celebró su matrimonio con la infanta Isabel, hija de los Reyes Católicos, y como consecuencia de ello a partir de 1497 todos los hebreos establecidos en Portugal debieron convertirse al catolicismo o abandonar el reino. Portugal representaba una etapa más de un itinerario que tenía como destino final Amberes, Italia o los territorios del Imperio Turco, y que siguieron los judíos de la diáspora sefardita o sefardí, que es el apelativo que nombra a los judíos españoles y portugueses, muchos de los cuales tenían origen español, y viene de la palabra Sefarad, el nombre que se le daba a la Península Ibérica. Durante siglos, además de su religión, mantuvieron costumbres españoles y conservaron su lengua, el judeoespañol, que deriva del castellano que se hablaba en el siglo XV.
Beatriz, hija de Álvaro y Filipa De Luna, judíos españoles
de origen aragonés, nació en Lisboa en 1510, y recibió su bautismo cristiano,
aunque secretamente fue educada en el judaísmo y siempre preservó su fe, sus
raíces y sus tradiciones. La ciudad de Lisboa en 1506, mientras una epidemia de
peste devastaba la ciudad, fue teatro de la “Masacre de Lisboa”, también
conocida como “Masacre de Pascua”, una ola de violencia que llevó al asesinato
de cientos de personas acusadas de ser judíos. Cuando el orden fue
restablecido, los conversos pidieron al soberano que abriese las fronteras para
poder así abandonar el país. En 1507 fue firmado un decreto que liberalizaba la
emigración: muchos salieron, pero otros tantos se quedaron en Portugal ya que
el mismo decreto abolía cualquier tipo de discriminación entre viejos y nuevos
cristianos. Esta era la situación de los conversos en Portugal hasta 1515,
cuando el rey pidió al Papa que introdujese la Inquisición en el reino.
En 1528, Beatriz, que contaba con dieciocho años, se casó
con Francisco Mendes, miembro de una rica familia de mercantes y banqueros
portugueses; los dos tuvieron una hija que bautizaron con el mismo nombre de la
hermana de Beatriz, Brianda, “reina” en lengua hebraica. Francisco Mendes murió
en 1536, el mismo año en que fue introducida la Inquisición en Portugal, evento
que representó el cénit del empeoramiento de las condiciones de vida de los
conversos. En estas circunstancias históricas y sociopolíticas, en este clima
de sospecha acerca de la falsedad de sus conversión, huir del reino se
convirtió entonces para los conversos no solamente en la única alternativa,
sino en una cuestión de supervivencia. Beatriz, una vez viuda y ante la
posibilidad de ser entregada a la Inquisición, dio sepultura cristiana a su
esposo y abandonó Portugal para establecerse en Amberes, donde trasladó también
la empresa de su marido y se hizo cargo de su papel en el manejo del negocio.
Beatriz administró los bienes de los Mendes junto a su cuñado Diego, que en su testamento
la nombró única heredera de la empresa de casa Mendes y tutora de su hija.
En Amberes, uno de los centros judíos más importantes del
continente, tanto desde el punto de vista económico como cultural, se
encontraba una numerosa comunidad de refugiados sefarditas, que formaban una
red de solidaridad capaz de proteger sus correligionarios y ayudar a los que
querían ir a Italia o Turquía, y también Beatriz ayudó a muchos marranos a huir
de Portugal.
Al final del año 1545, Beatriz y su familia dejaron Amberes
para llegar, después de varias peripecias, y gracias a la colaboración del sobrino
de Beatriz y Brianda, José Nasí (el futuro Duque de Naxos), a Venecia, que
junto a otras ciudades italianas, como Génova, Roma, Ancona, Ferrara,
Florencia, Liorna, Pisa, representaba una etapa del camino hacia el Imperio
Otomano para la mayor parte de los judíos sefarditas.
En la ciudad véneta, mezcla de culturas, donde la ola
migratoria de conversos sefardíes fue particularmente numerosa, ya que su
ubicación privilegiada funcionaba de nexo entre Occidente y Oriente, empezaron
los contrastes entre Beatriz y su hermana Brianda a propósito de la gestión de
la empresa familiar. Brianda denunció Beatriz a las autoridades venecianas con
la acusación de ser judaizante, es decir de practicar secretamente el judaísmo.
Beatriz fue encarcelada. Su sobrino, José Nasí viajó a Estambul donde pidió y
obtuvo la intercesión del Sultán por su tía y su familia. El sultán mandó un
emisario a Venecia para pedir la liberación de la presa, pero el viaje del
mensajero fue inútil: Beatriz, no se sabe cómo, logró escapar a Ferrara, donde
el Duque de Este, Hércules I, se mostraba clemente hacía los judíos. Allí se
reconcilió con su hermana, y gracias a la política de tolerancia del duque,
Beatriz volvió a ser Doña Gracia Nasi.
Gracia se quedó en Ferrara de 1548 a 1551, y para seguir
administrando la empresa comercial de los Mendes, pidió al Duque de Este una
exención de las limitaciones que los estatutos de la ciudad imponían a las
mujeres en el campo del comercio. Obtuvo la dispensa, convertiéndose en la
única mujer en la Ferrara del siglo XVI con el poder de gestionar en plena
autonomía su negocio. Durante su estancia en Ferrara, participó activamente en
la vida cultural de la comunidad judía de la ciudad, su voluntad de difundir
textos hebreos fue fundamental en el ámbito de las traducciones. Gracia,
protectora y mecenas de varios artistas y escritores hebreos, financió la
publicación de la Biblia de Ferrara en 1553, la traducción en judeoespañol del
Antiguo Testamento. De las dos ediciones que se publicaron, una está dedicada
al Duque Hércules I, la otra a Gracia Nasi.
La Biblia de Ferrara. Fuente
Con respecto a la situación de Ferrara, y de otras ciudades
de Italia donde se concentraban comunidades judías, hay que decir que a pesar
de la tolerancia del duque, entre los judíos italianos, que ya estaban
asentados en el lugar desde hacía tiempo, y los sefarditas recién llegados, a
menudo se crearon tensiones y conflictos. En general, por un lado, los judíos
italianos temían la competencia comercial, y la posibilidad de que la llegada
de los marranos pudiera atraer el interés de la Inquisición; por otro, los
sefardíes, idealizando su patria de origen, alimentaban un sentimiento de
superioridad respecto a los judíos italianos. Escribe el historiador e
hispanista Joseph Pérez que: “Los sefardíes nunca se olvidaron de la tierra de
sus padres, abrigando para ella sentimientos encontrados: por una parte, el
rencor por los trágicos acontecimientos de 1492; por otra parte, andando el
tiempo, la nostalgia de la patria perdida.” En Ferrara, las presiones de los
judíos italianos hicieron que el Duque de Este impidiera a los sefarditas
desempeñar el préstamo con usura, dejando la actividad exclusivamente a los
judíos italianos.
Después de otro breve período en Venecia, en 1553 Gracia
aceptó la invitación por parte del sultán Solimán el Magnífico de asentarse,
con su hija, en Costantinopla, el Imperio Otomano, donde a partir del siglo XVI
una importante migración de los marranos de Portugal determinó un cambio
importante: la influencia de la cultura sefardita, que afectará la liturgia
religiosa, la música y la poesía que se escribe en judeoespañol. Los judíos
fueron tolerados por las autoridades turcas, que incluso tenían numerosos
sirvientes y profesionales hebreos trabajando a su servicio en casi todas las
regiones bajo su control.
Gracia transfirió las actividades económicas de los Mendes
en la capital otomana, donde sus buenas relaciones con la corte le permitieron
desempeñar el cargo de consejera y prestamista del imperio. Creó una red de
hombres de confianza para ayudar al mayor número posible de judíos sefarditas
perseguidos por la Inquisición, a refugiarse en el Imperio Otomano. Nunca dejó
de proteger sus correligionarios; fundó escuelas y sinagogas (incluso una que
llevaba su nombre, “La Señora”) en la capital de Turquía, y en otras ciudades
como Salónica y Tiberíades, sin olvidarse de la población sefardí más pobre.
Estas instituciones fueron creadas para asistir los refugiados, sobre todo en
el camino de regreso de sus condición de conversos o cristianos nuevos a su fe
ancestral. Fue así que Gracia Nasi Mendes se convirtió para los judíos en “La
Señora”, apelativo que le dieron en signo de devoción y gratitud.
Cuando en 1556, el Papa Pablo IV hizo procesar y condenar a
ser quemados veinticinco judíos en Ancona, Gracia, habiéndose dado cuenta de
que la arma más eficaz que tenían los judíos era el poder económico, organizó,
con el apoyo del sultán, el boicot del puerto de la ciudad centro de comercio
internacional, desviando todos los mercantiles que llegaban de Oriente hacía al
puerto de Pesaro.
Mapa de los viajes de la familia Nasi. Fuente
En 1560, habiendo pasado toda su vida viajando de un lugar a
otro en búsqueda de seguridad, Gracia pidió a las autoridades de Constantinopla
la concesión de Tiberíades a cambio de garantizar un aumento sustancial de los
ingresos fiscales anuales. Su objetivo era hacer de la zona un nuevo e
importante centro de asentamiento judío, de comercio y de aprendizaje, un hogar
para un pueblo en fuga.
Con la ayuda del sultán, comenzó a reconstruir pueblos
abandonados del área lanzándose a una misión, quizás uno de los primeros
intentos de restablecimiento de una patria segura para el pueblo judío. “La
Señora” fue un ejemplo de coraje y dedicación a la causa del pueblo judío, que
nunca abandonó, fue una mujer reactiva, fuerte e influyente, fue capaz de hacer
frente a los acontecimientos del tiempo que le tocó vivir, fue protagonista de
su época, podríamos decir que fue casi una precursora de la emancipación
femenina. Cuando murió en 1569, a la edad de 59 años, su fallecimiento causó
una inmensa tristeza en las comunidades judías de Europa y del Imperio Otomano.
Bibliografía:
BERMEJO F., “La diáspora sefardí en Italia a raíz de la
expulsión de España en 1492 de los judíos”, Antifara, 1, (julio – diciembre
2002), sezione Addenda.
CAFFIERO M., “Storia degli ebrei nell’Italia moderna. Dal
Rinascimento alla Restaurazione”, Roma: Carocci, 2014.
FERRI E., “L’ebrea errante. Donna Grazia Nasi dalla Spagna
dell’Inquisizione alla Terra promessa”, Milano: Mondadori, 2000.
MUZZARELI M., G., “Beatrice de Luna, vedova Mendes, alias
donna Gracia Nasi: un’ebrea influente (1510-1569 ca)”, in NICCOLI O., (a cura di), “Rinascimento al femminile”,
Roma–Bari: Laterza, 1991.
PERÉZ J., “Historia de una tragedia. La expulsión de los
judíos de España”, Barcelona: Crítica, 1993.
ROTH C., “Storia dei marrani”, Torino: Marietti, 2003.
ROTH C.,
“The House of Nasi: Dona Gracia”, Philadelphia: Jewish Publications Society,
1947.
Fuente: http://www.temporamagazine.com