A lo largo de nuestra historia,
los Yehudim hemos superado todo tipo de obstáculos para poder observar la
Mitzvá de la Sucá. Pero quizás uno de los ejemplos más llamativos de amor y
determinación del pueblo Judío hacia este precepto, es la Suca que fue
construida en las cárceles de la inquisición de la ciudad de México en el año
1603, por un cripto-judío llamado Sebastián Rodríguez.
Sebastián había nacido en
Portugal, en el año 1573, en un pueblo llamado San Vicente Davera, pero
abandonó su casa a la edad de siete años, para trasladarse hacia Sevilla
(España), donde trabajó en la tienda de su tío Antonio Rodríguez, quien le
había enseñado a leer y escribir.
A los catorce años de edad, en el
año 1587, se embarcó hacia la Nueva España (nombre anterior de México) y se
asentó en la ciudad de Puebla, en la casa de un pariente lejano, también
portugués, de nombre Guillermo Rodríguez, el cual lo enviaba a los pueblos
aledaños a vender ropa. A los dieciséis años se independizó y comenzó a
trabajar por su cuenta.
A los dieciocho años se casó con
su prima Constanza Rodríguez, que era siete años mayor que él. Previo a la
boda, su cuñado Domingo Rodríguez, y Manuel de Lucena, llevaron a Sebastián al
campo y le enseñaron muchas de las Halajot (leyes y tradiciones) de la Torá
respecto al matrimonio y la vida judía, aunque él ya tenía algunas nociones de
estas.
Pero sus principales maestros, de
quienes aprendió las leyes de la Torá, fueron Luis de Carvajal (El Mozo) y
Sebastián de la Peña. Durante largas caminatas en compañía de sus maestros,
analizaron juntos los distintos pasajes de la Torá.Luis de Carvajal, siempre
llevaba oculto entre el forro y el fieltro de su sombrero, varios escritos con
pasajes y leyes de la Torá, y de esa manera podía enseñarles a sus alumnos.
En 1596, cuando apenas había
cumplido veintitrés años, y por la acusación de un tal “Pedro de Reparo” en su
contra, Sebastián Rodríguez fue detenido en la ciudad de México junto con su
esposa Constanza. Fue llevado a las cárceles de la inquisición en la plaza
Santo Domingo, que hoy es la calle de Donceles y Brasil, muy cerca del Zócalo
actual.
Su castigo fue reclusión
perpetua, y la confiscación de todos sus bienes.
Durante los primeros tres meses
de sus interrogatorios, Sebastián guardó absoluto silencio, por lo cual lo
mantuvieron encadenado a unos grilletes de manos y pies. Luego de esos tres
meses de tortura, Sebastián confesó que profesaba la Ley de Moisés. Fue
entonces que le quitaron los grillos, y lo pusieron en una celda junto a Luis
Diaz, que operaba como espía de la inquisición.Luis Diaz, apodado luego como
“El Malshín” (delator), informó a los inquisidores que su compañero de celda,
Sebastián “judaizaba”, esto es: que no consumía la carne que le servían, ni
barría el piso de su celda los sábados, …que se lavaba las manos antes de
consumir el pan, y que rezaba todos los días en dirección al este, hacia
Jerusalén, con la cabeza cubierta.
Como consecuencia de este informe
Sebastián fue llevado ante los inquisidores para que declarase la verdad pero
como este negaba las acusaciones que le habían imputado, se procedió nuevamente
a la tortura. Esta vez con el instrumento de tortura llamado “el potro”.
Después la quinta vuelta del cordel, Sebastián declaró que él judaizaba (=se
comportaba como judío), pero que “se arrepentía de haberlo hecho”
Se acercaba la fiesta de Sucot
(cabañas) del año 1603, y Sebastián Rodríguez, su esposa Constanza Rodríguez y
su pequeño hijo Domingo, llevaba ya siete años encerrado en las cárceles de la
inquisición conocida como “La casa Chata”. Sebastián no quería dejar de cumplir
con el precepto bíblico de celebrar la fiesta de Sucot, y por lo tanto, buscá
la manera de poder construir una Sucá (cabaña), en el mismísimo patio de la
cárcel, frente a las narices de los inquisidores Alonso de Peralta y Gutierrez
Bernardo de Quirós.
A principios del mes de
septiembre de 1603, el conde de Monterrey y virrey de la Nueva España, le
otorgó al capitán Esteban Lemos, una condecoración epsecial. Esteban Lemos
desempeñaba sus labores en el palacio de la inquisición, como notario de
secuestros del santo oficio.
Aprovechando este reconocimiento que
le habían otorgado a Lemos, Sebastián Rodríguez “decidió honrarlo, y dedicarle
una fiesta en su honor”. Los inquisidores le dieron el permiso necesario para
ello, e incluso aprobaron la fecha del 21 de septiembre y la lista de invitados
propuesta por el reo Sebastián. Sin embargo la verdadera intención de esa
fiesta, no era otra que poder hacer una Suca, y así poder cumplir con la Mitzvá
de celebrar en la Sucá.
Para este evento, Sebastián
solicitó que le trajeran una gran cantidad de ramas. Los mismos inquisidores
enviaron a cuatro indios a buscar las ramas para preparar “la supuesta fiesta”.
Inmediatamente se comenzó con la preparación y decoración en el patio de la
cárcel, conocido hasta hoy como “patio de los naranjos”, y se procedió a
colocar las ramas por arriba de las cuatro paredes del patio. Y así Sebastián
Rodríguez con siguió tener su propia Suca, teniendo como invitados a los mismos
inquisidores, sin que estos se dieran cuenta que delante de ellos se estaba
festejando una fiesta judía.
Para aquella “ocasión especial”,
se había preparado una rica comida, que incluía pollo como plato principal.
Sebastián se preocupó que las gallinas fueran faenadas con la Shejitá (faena
ritual judía), algo que se había organizado fuera de la cárcel.
Y así fue que el día 21 de
septiembre de 1603, Sebastián Rodríguez, junto a su esposa Constanza, y varios
judíos mas que estaban presos en la cárcel de la inquisición, pudieron festejar
la fiesta de Sucot, comiendo en la Sucá y festejando esta hermosa fiesta con
cantos y alegría. Y todo esto frente a las narices de los inquisidores, quienes
ignoraban que estaban consumiendo comida Kasher dentro de la Suca.
El día 2 de junio de 1606,
Sebastián Rodríguez, su esposa Constanza Rodríguez, y su hijo Domingo, fueron
dejados en libertad.
Hoy, 400 años más tarde, la
arriesgada decisión de Sebastián Rodríguez de construir una Suca dentro de la
cárcel de la inquisición es un ejemplo inspirador de la determinación del
pueblo judío de mantener y cumplir con la Torá donde quiera que estemos, desafiando
incluso a la terrible inquisición española en México.
Esta historia se encuentra
registrada en el archivo general de la nación de México, que se encuentra en el
palacio de Lecumberri. Proceso contra Sebastián Rodríguez, y Constanza
Rodríguez por judaizantes. México 1595-1596 inquisición, vol 154, exp.2
Fuente: http://halaja.org