El Rab Abraham Antebi ז”ל nació en Alepo (Aram Tzobá),
Siria, en 1765. Era descendiente de judíos expulsados de España que se
asentaron en la ciudad de Ein-Tab, hoy en día conocida como Antep situada al
sur de Turquía. Su tatarabuelo, el Jajam Rajamim (1554-1627), emigró de Ein-Tab
a Alepo, y de ahí el origen de su apellido Antebi.
En su juventud estudió principalmente
con su padre, el Jajam Itzjaq Antebi, de los grandes sabios de Alepo. En 1817
fue nombrado Gran Rabino y Juez Superior de todo Alepo, cargo que ocupó por más
de 40 años.
El Rab se destacó por ser un
autor muy prolífico. Sus obras son principalmente de halajá (ley judía),
derushim (discursos y sermones) y musar
(ética judía). También compuso varios poemas y canciones de carácter religioso.
Pero no menos que por sus obras, se destacó por su preocupación y dedicación
por el bienestar de su comunidad que en esos años se encontraba en una
situación muy difícil.
En 1824 un terremoto arrasó la
ciudad de Alepo y fallecieron cerca de mil judíos (tengamos en cuenta que la
comunidad no superaba las 10.000 personas) y los que se salvaron, entre ellos
el propio Rab, tuvieron que acampar en carpas en las afueras de la ciudad
durante 18 meses. En esa época el Rab Antebi escribió su primer libro, al cual
llamó a causa de ese desarraigo Yosheb Ohalim, en español “Asentado en las
Carpas”. Este libro contiene sermones sobre las secciones semanales de la Torá
en los que combina, de una manera muy creativa, el análisis halájico, los
relatos bíblicos y las narraciones hagádicas (historias y parábolas de los
sabios). Cuentan que en esas improvisadas carpas, desprovisto de libros de
Torá, el Rab escribió su obra citando todas las fuentes de memoria.
El principal problema que el Rab
Antebi debía enfrentar como líder comunitario era el empobrecimiento general de
la comunidad. Los ingresos bajaban, los precios subían y el imperio otomano
exigía más impuestos. Hay muchas historias acerca de cómo el Rab se dedicaba a
apoyar a los necesitados. En sus libros de musar Ohel Yesharim y Jojmá Umusar
escribe extensamente sobre cómo cada judío es garante por su hermano Yehudí y
no debe ignorarlo en sus momentos de aprieto. También escribió que uno de los
motivos de la mala situación económica de los judíos alepinos se debía a que
sólo se dedicaban al comercio y no poseían profesiones u oficios. El Rab
exhortaba a los padres a proveer a sus hijos una profesión y no conformarse con
adiestrarlos en el comercio.
Uno de los libros más importantes
del Rab es Mor Vahalot, preguntas y respuestas sobre innumerables casos que se
presentaron en la comunidad Alepina y requerían
una opinión rabínica autorizada.
Veamos una de estas preguntas (J.
M. 2).
La costumbre de los tribunales
judíos de Alepo era que el Gran Rabino
de la ciudad, en ese entonces el Rab Antebi, juzgaba individualmente los
distintos conflictos monetarios, sin estar acompañado por otros dos jueces
(dayanim), lo cual era la práctica común de los otros jueces rabínicos.
El Rab fue cuestionado por este
proceder. No se trataba de un problema legal, ya que según la halajá los
litigantes pueden aceptar ser juzgados por un solo dayán. El problema era una
cuestión de ética. El famoso Rab Shaj [Rabbi Shabetai Hakohen, Polonia, siglo
XVII] (J. M. 3, 10), basándose en el Shulján Aruj y el Talmud de Jerusalem,
escribió que si bien técnicamente el
juez rabínico puede juzgar por sí mismo, no está bien que un juez lo haga, a
menos que se trate de un gran experto en jurisprudencia Rabínica. Pero no
termina ahí. El Rab Shaj sigue diciendo, que hoy en día nadie puede
considerarse como “gran experto” tal como sucedía en la época del Talmud. Ya que
con el paso de las generaciones los conocimientos de Torá han disminuido. Por
lo tanto hoy en día ningún rabino debería juzgar individualmente. Muchos
prominentes rabinos adoptaron la opinión del Shaj.
En este punto es donde el Rab
Abraham nos ilumina con su visión halájica. El Rab Antebi disentía con la
visión del Shaj. Estas son algunas de sus palabras traducidas al español:
“contrariamente
[a lo que dice el Rab Shaj], es más común encontrar un experto en nuestras
generaciones que en las generaciones del Talmud, ya que todo el estudio [de los
Sabios del Talmud] estaba basado en la memoria y la transmisión oral. En esas
épocas el experto no era algo muy común. No ocurre lo mismo en nuestra
generación, que ya está toda [le ley] está escrita en los libros y [los Sabios]
no dejaron ni lo grande ni lo pequeño sin registrar. Por lo tanto, si un juez
rabínico sabe analizar jurídicamente [el caso que enfrenta] y está
familiarizado con el estudio de los posqim (legisladores halájicos), no hay
duda que puede ser considerado un “gran experto” en la ley.”
Rabbi Abraham Antebi falleció en
Alepo en 1858 a la edad de 93 años, y es recordado hasta el día de hoy como una
de las luminarias más grandes de Alepo.
Escrito por Abraham Sacca, hijo
del Rab Isaac Sacca de Buenos Aires, ARGENTINA
Fuente: http://halaja.org